México: país de relatos y leyendas

Por Mayra Pardillo

México, (PL) Un país cargado de leyendas, eso es México, y entre las que disfrutan de la preferencia de sus habitantes está sin dudas La Llorona, quizás porque es una madre plañidera que evoca la ausencia de sus hijos, un tema de carácter universal.
La Llorona es un espectro que se presenta como el alma en pena de una mujer que asesinó o perdió a sus hijos, los busca en vano y asusta con su sobrecogedor grito.
Si bien la leyenda cuenta con muchas variantes, de acuerdo con el país, los hechos medulares son siempre los mismos. En México es donde está más arraigada está esta tradición, que nace donde esta la capital.
Existen dos versiones conocidas. La primera y más difundida aquí, narra que hubo una mujer indígena
-mestiza en algunos casos※ que tuvo un romance con un español.
Como fruto de esta unión nacieron tres niños, a quienes la madre amaba, pero cuando la joven comenzó a pedirle al caballero formalizar la relación este la esquivaba.
Algún tiempo después el hombre la abandonó y contrajo matrimonio con una dama española.
Cuando la mujer se enteró, dolida y desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río o apuñalándolos, de acuerdo con otra versión.
Luego se suicidó y desde ese día se escucha su lamento en el río donde se quitó la vida.
Ataviada con un vaporoso vestido blanco, sueltos los negros y largos cabellos, lamenta la suerte de sus retoños con un: «ÂíAaaaaaaay, mis hijos!».
EL AMOR ENTRE VOLCANES
La leyenda de los volcanes es una historia de la mitología mexica que cuenta con múltiples versiones, todas ellas buscan explicar la presencia de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl en el Valle de México.
Iztaccíhuatl fue una princesa que se enamoró de Popocatépetl, uno de los guerreros de su padre.
El progenitor de la princesa envió al guerrero a una batalla a Oaxaca, prometiéndole entregarle a su hija si regresaba victorioso y con la cabeza de su enemigo.
Tiempo después el guerrero volvió con el deber cumplido, pero la princesa había muerto.
Con el corazón destrozado llevó el cuerpo de su amada a un monte y los dioses la convirtieron en volcán inactivo.
Después, el guerrero tomó una antorcha y prometió que ningún huracán por más fuerte que fuera apagaría el fuego con el que velaría el cuerpo de la princesa.
Los dioses le entregaron la eternidad convirtiéndolo en volcán a cambio de custodiar a la princesa Iztaccíhuatl.
En la actualidad el Popocatépetl, volcán activo, es conocido cariñosamente como Popo y Don Goyo.

LA PIEDRA ENCANTADA

En la Delegación de Tlalpan ―al sur de la Ciudad de México― en la población llamada Fuentes Brotantes existe un arroyo que la atraviesa.
A mitad del poblado, junto al afluente, hay una piedra de grandes dimensiones.
Cada dos años, el 24 y el 31 de diciembre, la piedra desaparece y en su lugar surge una tienda.
Si alguna persona ingresa a comprar algo, el bazar se cierra y de nuevo aparece la piedra encantada.
Cuentan que en el interior de la roca hay cavernas que conducen a distintos destinos y pocos han logrado salir de allí, eligiendo la gruta correcta.
También se dice que ese es el refugio de La Llorona.

LA MULATA DE CûRDOBA

Cuando la Santa Inquisición y el Santo Oficio tocaron tierras mexicanas, en la villa de Córdoba existía una mulata de reconocida belleza, quien se dedicaba a curar con hierbas.
El alcalde de Córdoba se enamoró de ella y al no ser correspondido la denunció al Santo Oficio, que la juzgó y encontró culpable de brujería, por lo que su sentencia fue la muerte.
Mientras esperaba en la cárcel a que se cumpliera el veredicto, se puso a dibujar un barco en la pared y una vez que terminó le preguntó al vigilante qué le hacía falta a la embarcación y este le respondió que navegar.
Ella sonrió y le dijo: «Pues navegará», saltó hacia la pared y para sorpresa del vigilante, el barco se movió y desapareció.    Nadie creyó la historia del vigilante y pensaron que estaba loco, al no poder comprobar los hechos.
Hay otras muchas leyendas en México, como el Panteón Jardines del Recuerdo y La isla de las muñecas (en
Xochimilco), esta última basada en un hecho real salpicado de ficción o lo que algunos pudieran catalogar de «realismo mágico».

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